domingo, 13 de noviembre de 2016

Beato Artémide Zatti, el amigo del Papa Francisco


Hoy la FamiliaSalesiana conmemora al Beato Artémide Zatti, hermano salesiano (coadjutor) que dedicó su vida a la atención de los enfermos en Argentina. En una ocasión el P. Bergoglio, hoy Papa Francisco, le pidió al Beato que intercediera en el cielo por una gracia para los jesuitas y se le concedió.

Artémide Zatti nació en Boretto, Italia, en 1880 y en una familia granjera. A los nueve años ya trabajaba para ayudar en casa. Obligados por la pobreza, los Zatti emigraron a Argentina para iniciar una nueva vida. El pequeño Artémide empezó a frecuentar una parroquia salesiana y nació su inquietud de ingresar a la Congregación fundada por San Juan Bosco. Más adelante fue aceptado como aspirante salesiano y al cumplir veinte años se integró a la Comunidad en Bernal.

Como salesiano coadjutor, se le confió el cuidado de un joven sacerdote enfermo de tuberculosis y contrajo la enfermedad. Estando en el hospital de la misión salesiana en Viedma, Artémide prometió a la Virgen María Auxiliadora que si se curaba, dedicaría su vida al cuidado de los enfermos. Sus plegarias fueron escuchadas.

Se recuperó y se ocupó de la farmacia del hospital. Posteriormente asumió la responsabilidad total de la institución, sin descuidar sus obligaciones en su comunidad. En bicicleta visitaba también a los enfermos de la ciudad y por las noches estudiaba medicina para obtener su diploma de enfermero.

A la enfermera solía decir: "Prepare un lecho para el Señor", "¿Tienes sopa caliente y vestidos para un Jesús de 10 años?". Con su alegría y bondad se ganó el cariño de todos. De él se decía que era “un ángel que se hizo enfermero”.

Cierto día, al caerse en la escalera, fue confinado a la cama y le detectaron cáncer. Siguió cuidando de la misión por un año y más adelante, después de padecer heroicamente por la enfermedad, partió a la Casa del Padre en 1951. Fue beatificado por San Juan Pablo II en el 2002.

La amistad espiritual con el Papa Francisco

El 18 de mayo de 1986, el entonces P. Jorge Mario Bergoglio escribió una carta al salesiano sacerdote Bruno Cayetano para comentarle sobre su experiencia que había tenido con Don Zatti “con quien me hice muy amigo”, señaló.

En la misiva, el ahora Papa Francisco, relató cómo los jesuitas argentinos, y toda la Compañía de Jesús, tenían pocos hermanos coadjutores. Es en este contexto que conoció la vida de Artémide Zatti por medio de una conversación en el Arzobispado de Salta y de la lectura de una biografía.

“Me llamó la atención su figura de coadjutor tan plena. De ahí en más sentí que debía pedirle al Señor, por intercesión de ese gran coadjutor, nos enviara vocaciones de coadjutores. Hice novenas y pedí a los novicios que las hicieran”, contó el P. Jorge Bergoglio.

De esta manera, la cantidad y la calidad de las vocaciones de coadjutores en los jesuitas aumentó considerablemente. “Estoy convencido de su intercesión en este asunto, puesto que por el número es un caso raro en la Compañía. Como reconocimiento, en la 2da. y 3ra. edición del Devocionario del Sagrado Corazón hemos puesto la Novena para pedir por la Canonización de Don Zatti”, escribió el hoy Papa Francisco.


Nació en Boretto, Italia, el 12 de octubre de 1880. Desde los nueve años tuvo que empezar a trabajar para llevar un poco de dinero a su casa, pues su familia era muy humilde. En 1897, a causa de la lamentable situación económica, tuvieron que emigrar a Bahía Blanca, Argentina.

Allí, él frecuentó una asociación escolar que estaba dirigida por los salesianos. Poco a poco fue percibiendo en su interior una especial sintonía con la vocación religiosa salesiana, hasta que en un momento decidió optar por consagrar su vida al Señor como hermano coadjutor, siendo admitido en 1900 en la Casa de Bernal como aspirante por Monseñor Cagliero.

Después de un tiempo, se le confió a los cuidados de un joven sacerdote tuberculoso; experiencia que hizo que contrajera la enfermedad. Así, ingresó al Hospital de San José, dirigido por un sacerdote y médico llamado Evaristo Garrone; asistiéndolo en sus necesidades.

Artémide le hizo una promesa a María Auxiliadora, que fue consagrar su vida a los enfermos, en caso de curarse. Luego, contra todo pronóstico médico, sanó y pudo cumplir su promesa, ocupándose primero de la farmacia del hospital, y más adelante, a raíz de la muerte del Padre Garrone, asumiendo la completa responsabilidad del hospital.

Siempre vivía dedicándose plenamente a sus enfermos, a quienes siempre visitaba diariamente. Se le llamaba "el infatigable enfermo" o "el amigo de los pobres"; pasó 50 años de su vida trabajando en el hospital.

En 1913, Artémide fue el alma de la construcción del nuevo hospital, que permitió poder acoger y cuidar a más enfermos. En el año 1950, luego de caer por una escalera, tuvo que guardar reposo, parando así su labor por un tiempo. Poco después se le declaró un cáncer del que murió el 15 de marzo de 1951 en Viedma a los 70 años.

Él se entregaba a los demás sin cálculo ni medida, pues veía en cada enfermo al Señor mismo. Sus "ordenes" a la enfermera han quedado en las memorias de todos: "Prepare un lecho para el Señor", "¿Tienes sopa caliente y vestidos para un Jesús de 10 años?".

Una vida desbordante de bondad y de dulzura, a tal punto que todos llamaban a esta bella figura de salesiano coadjutor "un ángel que se hizo enfermero". Habiéndose obtenido un milagro por su intercesión, fue declarado venerable por Su Santidad Juan Pablo II en 1997 y beatificado el 14 de abril del 2002.

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