Cuando estos misioneros llegaron al pueblo de Thanet, en Kent, fueron inmediatamente recibidos por Etelberto, y le contaron las razones de su viaje. Luego de este encuentro, el Santo les concedió permiso para predicar en todo el pueblo y les entregó la iglesia de San Martín para que pudiesen celebrar la Misa y otras liturgias.
Desde ese momento las conversiones empezaron a multiplicarse, y pronto el rey y su corte fueron bautizados en Pentecostés del año 597. San Etelberto además les dio permiso para reconstruir las antiguas iglesias y construir varios templos, monasterios y algunas diócesis, como la de Rochester. Se convirtió en un modelo por la nobleza de su conversión y tras 56 años de reinado, falleció en el año 616.
Fue sepultado en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, donde descansaban los restos de su esposa, la reina Santa Berta.